19.De cómo la Educación Musical llegó a un Callejón sin Salida
a los contenidos página siguiente
En cualquier actividad, la llave poderosa para realizarla es la motivación. Necesitar llevar a cabo tal actividad. La necesidad es creada por la sociedad. Lo que se considera importante es desarrollado en nuevas dimensiones. El conocimiento impopular se desvanece. En una sociedad analfabeta, la necesidad de libros desaparece. En una colectividad en la cual solamente algunos pueden leer partituras, a la literatura musical se le ve con reticencia – es algo raro que sólo puede encontrarse en tiendas de música especializadas.
¿Fue antes diferente? No embelleceré la situación: la mayoría de la sociedad ha sido siempre iletrada musical. Pero antes, más personas de forma persistente buscaban una educación musical. Para llenar la propia vida con música, una persona debía tocar y escuchar música ya que la ejecución era en vivo. Cualquier individuo que podía tocar un instrumento y tocar libremente leyendo las notas, era tratado con respeto y se le tenía en alta consideración. Por eso personas de todas las clases sociales buscaban aprender la gramática musical.
Sin embargo, solamente gente con recursos podía tener acceso a una educación musical apropiada. La habilidad para comprender y ejecutar música seria era considerada uno de los más altos honores. La gente se inclinaba ante los “músicos talentosos.” La alta sociedad ocupaba su tiempo libre asistiendo a los teatros para disfrutar de la ópera y las orquestas filarmónicas. La “gente promedio” también quería asistir a estos espectáculos, aunque estuvieran en la galería sin asientos, pero tenían la oportunidad de escuchar buena música. La élite a menudo abría salones musicales e invitaba a los virtuosos concertistas. Sin lecciones musicales apropiadas, la educación de la aristocracia no era considerada “adecuada” y por eso la clase media tenía un gran respeto a la música.
Esto sucedía en los Siglos XVIII y XIX, la “Edad de Oro” del progreso musical. Era considerado elegante escuchar y entender diferentes géneros musicales. A la sociedad no le faltaba público ni admiradores, ¡tenían más que suficientes! La sociedad necesita artistas talentosos y brillantes que impacten al público, lo alienten y lo conmuevan. “La Edad de Oro” formó el sistema elitista de educación musical. La pedagogía musical pocas veces tuvo que ver con personas comunes y corrientes.
Las Instituciones musicales de Europa se ocuparon con pasión por el arte de los artistas profesionales. La educación de nuevos virtuosos – ¡eso fue lo que trajo el placer de los educadores! La necesidad de las personas con dones musicales ordinarios no les interesaba para nada ¿Para qué gastar el tiempo con “las masas sin talento” cuando se podía tomar a un alumno talentoso y dar a conocer su nombre a través de él? Este era el lema de muchos de los educadores musicales de ese tiempo. Y en conjunto todavía es el lema hoy en día.
La regla es que los talentos musicales se revelan desde temprana edad y son excepcionalmente convenientes para el educador: no hay razón para romperse la cabeza buscando métodos especiales para desarrollar el oído musical o la memoria. Se simplifica la tarea: usando las habilidades con las que cuenta el alumno, solamente se requiere desarrollar la técnica de tocar y ayudarlo a alcanzar el nivel profesional.
Imaginemos al jardinero que no puede hacer crecer flores de las semillas. Compra entonces arbustos, los hace crecer un poco más, y se enorgullece de las espléndidas plantas en las que se convierten. Y tan convencido está de su métodos que proclama que las semillas son incorregibles y una invención sin utilidad.
Igual que este jardinero, los educadores musicales han declarado que los alumnos sin talento son caso perdido. No quieren sembrar las semillas para crear y desarrollar el oído musical, la memoria, la entonación de la voz y el sentido del ritmo. El criterio para la admisión en las escuelas de música se ha convertido en las habilidades musicales de la población. Durante el siglo pasado, los graduados tenían que pasar varias pruebas en las que debían cantar una melodía mientras marcaban un ritmo diferente y separar movimientos de intervalos por oído.
Pero el más grande filtro para los niños que no eran lo suficientemente talentosos era el mismo proceso de educación. Se orientaba conscientemente hacia aquellos que no necesitaban desarrollar su oído musical ¡Es un hecho que desde entonces, la educación musical no ha cambiado mucho! Sigue orientada hacia las personas con talento, sin dar oportunidad al resto, aún cuando quieren realmente aprender.
La educación musical no quiere convertirse en lo que debería ser: una actividad reveladora. De manera irresponsable ha aislado a la selecta minoría del resto y en gran parte ha dejado de ser pedagógica. Es exactamente por esto que hay tantos errores absurdos y hábitos de raíz ofensivos en nuestras escuelas de música: La mayoría de la gente no comprende el valor que tiene el lenguaje de la música. Existe una inhabilidad pedagógica para desarrollar el oído y la voz en las personas comunes. La persistente necesidad de seguir el programa, o mejor, ir un paso delante de él. La falta de tolerancia ante los errores de ejecución de los principiantes. La despectiva consideración a los aficionados, también una inhabilidad infinita de comprender que la música es una necesidad de cada persona para su crecimiento personal y espiritual. La exigencia de cada principiante debería ser, convertirse en un maestro de concierto.
A diferencia del resto de nuestra economía, nuestro sistema de educación musical no tiene una “clase media”, existe solamente un reducido grupo de élite y la mayoría completamente analfabeta musical. Nadie quiere entender que esta situación pone a la música como una forma de arte, en el camino de su ocaso.