23.Las Etapas Ignoradas del Aprendizaje
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UNA HISTORIA ACERCA DE MI PRIMERA POPO
La música es un lenguaje creado para transmitir pensamientos musicales. Para usarla, la teoría no ayuda; aquí uno necesita control sobre varias habilidades. La destreza de escuchar, leer y comprender y tener pensamiento creativo son grupos diferentes.
La alfabetización musical no es un código de leyes sino una habilidad práctica de cada día para traducir libremente los sonidos en notación musical y vice versa. A este respecto no hay una gran diferencia entre música y discurso; si traducimos palabras en letras o sonidos en notas, el proceso sigue siendo el mismo. En ambos casos, la voz humana sirve como el principal intermediario, el punto focal. Tanto el discurso verbal como el musical se familiarizan, antes que nada, a través de la voz.
Existen cuatro etapas de aprendizaje:
Etapa de Pronunciación. Pronunciamos lo que leemos con
nuestra voz, letra por letra y después sílaba por sílaba. Ya sabemos y conocemos las palabras que se leen en voz alta y la voz las puede articular – este es nuestro “punto de fuga.” Nuestra tarea es conectar la letra (símbolo) con su percepción en la garganta y a un nivel de auditorio. Esto fija las letras en nuestra conciencia. El resultado es la habilidad de vocalizar lo que se lee.
Etapa de locución silenciosa. Cambiamos de leer a través
de la percepción externa a hacerlo en nuestras mentes. Podemos recordar cómo las palabras suenan cuando leemos en voz alta; este es nuestro “punto de fuga.” La voz ha completado su rol y ha pasado la batuta a la conciencia. Nuestra nueva tarea es trabajar nuestro diccionario mental de sonidos y letras. El resultado es la habilidad de leer las palabras y oraciones dentro de la mente. Al mismo tiempo, trabajamos la destreza de trazar y aprender a escribir lo que escuchamos o leemos.
Etapa gramatical. Empezamos a recibir más volumen de
información y necesitamos aclaración. Palabras y oraciones se escriben siguiendo estrictas y precisas reglas. Ha llegado el momento de aprender reglas. El punto de fuga ahora es un diccionario mental a la mano. La asignación es perfeccionar la escritura de las palabras en el diccionario. Para esto uno no solamente necesita aprender las reglas sino también debe escribir listas y dictados de oído.
Etapa Creativa. La alfabetización completada se convierte en una base estable para el pensamiento desarrollado y la autoexpresión en el lenguaje que ya se domina. Ahora, podemos estudiar seriamente diferentes estilos literarios, improvisar y componer. Habiendo dominado el lenguaje, podemos tener nuestra propia influencia sobre él y comunicarnos en el con otros lectores.
Estas etapas son naturales para la percepción y todos los alumnos aprenden el lenguaje de esta forma. Ahora, con la música, por alguna razón, todo es completamente opuesto. La disposición psicológica de los alumnos que llenan clases de música no es de ninguna manera extraterrestre, ¡sin embargo el sistema de educación musical está construido de cabeza! Aquí, los alumnos comienzan con la etapa creativa, con un énfasis en las leyes y reglas. Después cambian a lectura mental de las partituras sin incluir en ningún momento la voz. Finalmente, sólo después de esto llegan a la etapa de pronunciación, si es que ellos pudieron llegar hasta aquí. Sin unir sonidos a la voz y al oído, sin contar con un ‘diccionario’ mental adquirido de sonidos y notas, los maestros piden que el niño toque un instrumento y más aún, ¡vigilan su interés, dinámica, ritmo y colocación de manos! Esta manera de enseñar al revés acaba con todos los puntos de apoyo del alumno. Está colgando en el aire y deja de ver lo que está haciendo y hacia dónde se dirige. Su concentración está en no molestar al maestro. Solamente hay un escape: memorización mecánica.
Hay otro absurdo en nuestro sistema de educación: la preparación artificial de las habilidades. Cuando aprendemos a leer palabras, dependemos del oído, lectura en voz alta, visión y coordinación todo al mismo tiempo. Y por supuesto, una persona no puede leer palabras en voz alta si nunca las ha visto o escuchado y si no ha usado sus cuerdas vocales. Todo esto en clases de música no se toma en cuenta. Un día los niños son enseñados a memorizar las notas y las teclas y el siguiente, son enseñados a tocar sin ni siquiera haber cantado, después a cantar sin acompañamiento y posteriormente a tocar ejercicios sin cantar o leer las notas. En lugar de ayudar al niño a unir las habilidades; estas compiten y entran en conflicto en posición de prioridad. Si estas destrezas son separadas artificialmente, deberemos más tarde, meticulosamente unirlas de nuevo en “una familia feliz.”
Constantemente observo personas cuya técnica de las manos no está bien conectada a su oído, o que sus voces no son capaces de cantar lo que sus ojos ven. Este caos es el resultado de una laceración metódica de la percepción combinada de la música. La naturaleza del lenguaje musical demanda una perfecta armonía entre los órganos sensoriales y motores. Cada fracción de segundo leyendo notas musicales es un completo bloque de percepciones y reacciones. La visión, los símbolos, el sonido interno, la garganta, la voz, el oído, la calidad del sonido – en cualquier lenguaje, todas estas cosas trabajan al mismo tiempo. Si se han trabajado lo suficiente, fácilmente podemos hacer música. Pero si esto no ha sucedido, luchamos de nota en nota a la velocidad de una tortuga.
Detenernos en cada nota para encontrar su tecla, dividir el texto musical como si fuera la frondosa jungla de Columbia, no estamos en la posición de escuchar o entender y analizar lo que estamos tocando. Estas actividades aportan casi nada al desarrollo musical. Lo más común de las escuelas de música es el suspiro de alivio después del recital final cuando se guarda el instrumento concluyendo el largo castigo que ha sido soportado con mucho sufrimiento.