54.Cómo ganar la Confianza de la Percepción
Si no queremos estamparnos contra algo, no debemos caminar en la oscuridad. Cuando comencé a aprender, encontré un tesoro: una pequeña marca en una de las teclas de mi piano. ¡Gracias, quien quiera que haya sido que la puso ahí! Me sirvió como una leal y honesta pista por varios años pues antes tenía que memorizar por completo las teclas del piano. La marca se encontraba muy cerca del Do, estaba en Re. Al aprender piezas nuevas, la buscaba como un capitán de barco busca un faro. Aún ahora, pienso en esta pequeña marca con ternura y cariño. Me salvo como un salvavidas salva a alguien que cae al agua.
Debido a esto, pensé en hacer etiquetas que se colocaran en cada tecla. Este es un mapa de todo el espacio. Brinda al principiante toda la información que necesita. En cada tecla, coloqué su nombre, ya sea en una línea o en un espacio (dependiendo de su color) y en confluencia con la partitura. Añadí las líneas de la llave de Sol (verde) y la llave de Fa (rojo). Las teclas, el gran pentagrama y el sonido del teclado electrónico están unidos por etiquetas en una sola entidad. A los niños se les ahorran muchas horas de trabajo mental impráctico y la atención se centra en la coordinación y en leer las notas.
Cuando hice esto, recibí muchas cartas con preguntas de mis colegas: ¿no va esto a perjudicar la habilidad de los alumnos de pensar independientemente? Y yo siempre he querido preguntar: díganme, ¿para qué viene el alumno con ustedes? ¿Para aprender a tocar o para aprender a pensar?
Cuando tenemos que manejar en una ciudad que no conocemos y no sabemos el camino, llevamos un mapa o un croquis. Y lo seguiremos mirando hasta que aprendamos la ruta. Imaginemos que hemos ido a la tienda a comprar el mapa pero el encargado no nos lo quiere vender “¡No se lleve el mapa, nunca aprenderá a pensar independientemente y resolverá los problemas de ese modo! ¡Nunca será capaz de desarrollar una brújula biológica!” ¿Qué responderíamos a esto?
El deseo natural de una persona es llegar al lugar de su destino y no quedarse varado en algún lugar del trayecto. Ese es exactamente el propósito de la educación musical, ¿no se supone que nos sentemos en un lugar a pensar por mucho tiempo intensamente en vez de explorar libremente las teclas y obtener placer en ello?
Muchos educadores están convencidos que cuando una persona tiene una pista va a depender de ella el resto de su vida. No entienden cómo funciona la percepción de una persona cuando está aprendiendo. Tiene dos hábitos. Primero, la información nueva solamente se toma cuando se necesita. Para entender cualquier cosa, una persona debe ser capaz de darle un uso aplicable a la nueva información. Segundo, habiendo entendido algo, la percepción se abre al momento; no se queda en un solo lugar. Al recibir una pista y sentirse segura, la percepción comienza a incluir todo lo que está alrededor, viajando más y más lejos de su lugar seguro.
Pensemos en el primer día en un trabajo nuevo. ¿Regresamos a casa con una memoria nítida del espacio donde estuvimos, el color de las paredes y el nombre de todos los que ahí trabajan? Es más probable que toda esta información, se ensamble después de que nos sentimos más cómodos en nuestro ambiente y hemos ganado la confianza de que estamos haciendo nuestro nuevo trabajo apropiadamente.
Dentro de cada uno de nosotros vive un explorador. Lo que es más importante para cualquier explorador es su ‘casa,’ el lugar al que siempre regresa y así nunca no se pierde. Y entre más amplio se vuelve nuestro mundo, más amplia es nuestra zona de seguridad. De este modo, después de comenzar en una ‘cabaña’ de contar dedos, nos cambiamos a una ‘casa’ de tablas de multiplicación para que después podamos construir nosotros mismos un ‘palacio’ de integrales.
Continuamente he sido testigo de estas ‘fiestas de inauguración.’ Al regresar de una clase semanal un pequeño, orgullosamente anuncia, “¡Ya no toco con etiquetas!” Ahora que alguien se atreva a forzarlo a hacerlo. Para él, significa un insulto personal. Al aprender y dominar un cierto nivel, la percepción se aburre y comienza a descartar como un niño mayor hace con una canción de cuna que quiere dejar atrás. En mi estudio, siempre hay un instrumento sin etiquetas, pero con una pequeña guía detrás de las teclas que muestra el mismo ‘mapa.’ Después de un tiempo, los niños que se sientan frente al piano, ceremoniosamente la quitan; han llegado al punto que hasta los distrae.
Estoy convencida que el uso de etiquetas no es solamente humano para nuestros alumnos; es también un acto de respeto a su inexperiencia. Al brindar al principiante guías y animarlo en sus dificultades, demostramos lealtad a su percepción. No debemos castigar al niño por el hecho de que es un niño. No lo debemos torturar como crueles carceleros, dándole problemas y viendo cómo los sortea. Debemos ofrecerle una mano de ayuda, como amigos: apóyate en mí, mientras lo necesites. Yo confío en ti, y tú definitivamente lo harás mejor. Y la percepción, sintiendo nuestra ayuda, comienza a trabajar con nosotros. Con cada nuevo logro, el individuo desarrolla su autoestima y confía en su propia fuerza.
Esto es lo que sucede con la percepción durante una clase de “carcelero”…