68.Mario 64: EL Juego que me Enseñó el Valor de la Paciencia
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En la época en que me atormentaban mis pensamientos acerca de las habilidades de mis alumnos y ya estaba llegando a la manía, mi hija recibió un nuevo juguete en Navidad: el videojuego Mario 64. ¡Una bomba explotó en mi consciencia! No podía creer lo que veía: una niña que no podía estar sentada en un lugar el tiempo suficiente para aprender una simple canción, pasaba horas enfrente de una pantalla trabajando con placer, la coordinación precisa de sus dedos.
La esencia de este juego es simple: una pequeña persona llamada Mario tiene que viajar a través de una cadena de mundos diferentes y tiene todo tipo de aventuras. Con la ayuda de los botones del controlador, escala, nada, brinca y hasta vuela. Y si el jugador no puede controlar sus dedos con la precisión adecuada, entonces Mario “muere” y debe volver a jugar el mismo nivel. Llegar hasta el final, significa la victoria. Mi hija pacientemente comenzaba los niveles una y otra vez hasta que con agilidad sorprendente perfeccionó la coordinación de ambos pulgares de sus manos.
¡Todo este esfuerzo, simplemente para pulir una habilidad sin utilidad al punto de la brillantez! Pero si sólo… si solamente se pudiera transformar el controlador de una pieza de plástico sin utilidad con un par de botones, en un instrumento con teclas… Así fue como me llegó la idea de utilizar la computadora como un apoyo para principiantes de piano. Resulta ser que las gráficas de la computadora pueden unir todo lo que es necesario para leer música en una sola: coordinación, oído, visión y voz. Nadie había logrado esto todavía, pero y qué con esto, todo sucede en un momento por primera vez.
Johann Sebastian Bach dijo una vez que tocar el órgano suponía la actividad más simple – todo lo que uno necesita hacer es presionar las teclas necesarias en el tiempo exacto. Él expresó la esencia de tocar. La habilidad de presionar y soltar las teclas precisas en el momento preciso está en la fundación de leer a primera vista. Puede uno sentarse junto a un alumno y murmurarle “toca todo junto, no levantes tu mano” hasta enfermar. O puede uno cambiar a “trabajar los golpes” en el monitor de la computadora y permitir al alumno entender como su coordinación trabaja para él mismo.
Así es como nació la idea de Soft Mozart. Se necesitaban desarrollar las manos, visión y oído. Se necesitaba para sustituir al profesor y que el alumno pudiera aprender productivamente a leer, tocar y memorizar música en casa. Era preciso formar las habilidades fundamentales de tocar el instrumento y cantar. Y sobre todo, no hacía falta conocimiento anterior o talento de nadie. El oído musical, la comprensión de la teoría, la habilidad para tocar notas, dominar las teclas – no venía implícito sino que se formaba. Aquí, la computadora no venía a ser una versión electrónica de un manual para auto-educación, con abundante texto y preguntas. Requería enseñar contundentemente al alumno a tocar trabajos concretos, a leerlos y memorizarlos.