Capítulo 1. Educación Suave
Este artículo ha sido traducido por Lourdes García Esperón ¿Alguna pregunta? Póngase en contacto con nuestro representante Lourdes en lourdes@softmozart.com
Hace varios años, mi hija de cuatro años que aprendió todas las letras del alfabeto, se atoró al tratar de desarrollar la habilidad de combinar estas letras en sílabas y palabras. Ella ya conocía la letra “m” y la “a” muy bien y las pronunciaba con alegría por separado. Sin embargo no había modo de que las pusiera juntas para formar la palabra “mamá.”
Luchaba con ella; era como toparme con pared. Lucha, hago énfasis en esta palabra que implica una hostil y antinatural enseñanza. Mi hija continuamente me ‘decepcionaba.’ Profundamente dentro de mí no podía lidiar con esto. Estaba frustrada. ¿Por qué no podía entender cosas tan simples? Entonces comencé a preguntarme por sus genes. Agonizaba tratando de entender quién de nuestra familia había sido tan lento. Ya había peleado con los abuelos y mi amargura acerca de las vueltas del destino llegó tan hondo que pensé que yo era una persona terriblemente infeliz al lado de esta ‘tonta’ que había traído al mundo.
Enfrente de mí se sentaba una niñita, mi propia hija, que no podía entender cómo combinar dos letras para formar una sílaba. Veía también en ella a un monstruo que hacía esto al propósito para minar toda mi energía y manipularme.
La verdad sea dicha que en toda esta situación,
el verdadero monstruo era yo. Cuando luchas con alguien es porque
quieres imponer tu opinión sobre la del otro.
Para determinar si estás luchando con alguien o no, es muy simple. Es un estado físico particular y los músculos implicados son los que están alrededor del cuello y los hombros, al nivel del cuello de la camisa. Ahí es donde sientes la tensión. Si te das cuenta de ello en el momento correcto, puedes aprender a salir de esto.
Esta es la posición de un ave de rapiña. No te sientas, sino que ‘planeas’ alrededor del alumno o niño. No quitas tus ojos de encima de él, estás esperando su reacción. Actúas como si el niño te debiera algo e intentas regular cada uno de sus movimientos. Te crees controlar la situación, pero lo que estás haciendo es invadir su espacio personal. La sombra de tus ‘alas’ lo priva del sol y de la oportunidad de crecer por él mismo y fortalecerse.
Le haces preguntas y no obtienes ninguna respuesta de él. Te esfuerzas por implantar las respuestas por medio del poder del pensamiento (no te equivoques; tensar tus músculos no tiene nada que ver con transferir ideas a distancia) Puedes fijar tu mirada en la otra persona, levantar o bajar tu voz, usar frases cortas o largas. Todo esto no dará resultado. Y entre más fuerte sea tu lucha y más esfuerzo pongas, más rápidamente pierdes tu fuerza y quedas exhausto. Y todo el tiempo piensas que estás poniendo toda tu energía en la otra persona y que ella está absorbiendo tu fuerza. ¡Esto no es mas que una ilusión!
Pones todo tu corazón, como un soldado que entrega su sangre en una batalla. Estás luchando contra molinos de viento. ¡Es una lucha inútil!
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Este es uno de los ejemplo de enseñanza-no-suave. Es ruda. Es en vano. Paraliza a los niños.
La Enseñanza Suave excluye cualquier invasión en el espacio del alumno. Solamente cuando el propio alumno te invita a su propio espacio personal, él está listo para hacer preguntas y escuchar respuestas y entonces es tiempo de compartir conocimiento con él.
Te sientas junto al niño, te reclinas en el asiento como si no importara y observas como él se enseña a sí mismo. Observas calmadamente. No presionas al niño, él te presiona a ti. Es él quien está, de vez en cuando, sacándote de tu ensoñación, y de tiempo en tiempo te hace preguntas. Es el momento de responderle. Hasta puedes comenzar tu respuesta con la frase: ¡Ups!, ¿Por qué no había pensado en eso? ¡Buena idea!
En este video una alumna de cinco años busca como usar todos sus dedos después de solamente usar el índice, practicando por sí misma.
PERO ¿COMO PUEDE LLEVARSE ESTO A CABO? Nos preguntamos…
Lo primero que debes aprender – es observar y escuchar. Lo segundo, es ser capaz de evaluar y construir sobre lo que el niño ya sabe, lo que es capaz de hacer y ya está haciendo. Este es el modo de proceder. No solamente lo que saben, sino lo que son capaces de hacer y que disfrutan haciendo bien.
Entonces, después de haber observado a mi hija por un momento, fue fácil para mí entender, cuáles eran sus fortalezas y qué parte de leer era la que más le gustaba. Ella sabía las letras y podía decirme cuáles eran sin cometer errores. A ella le gustaba eso. ¿Le gustaba que le leyera una historia? Sí, adoraba escuchar historias. Entonces, la única cosa que no le gustaba y no podía hacer, era escuchar y observar al mismo tiempo. Lo que estoy diciendo es, no podía entender el proceso mecánico cuando las letras se convierten en silabas, palabras, frases, historias.
¿Puedes explicar la mecánica de leer palabras?
Es una pérdida de tiempo.
Le sugerí a mi hija, que leyéramos un libro juntas. Nos sentamos una junto a la otra, comencé a leer lentamente y con entonación su historia favorita, poniendo mi dedo debajo de cada letra conforme iba leyendo y le pedía que me siguiera. Ella comenzó a ver que el proceso de crear silabas, palabras, y frases funcionaba. Lo único que le pedí hacer fue mirar cómo combinaba las letras en silabas y palabras. No era difícil: Le leía sus libros continuamente. Ella lo disfruto como si estuviera escuchando su historia favorita.
Fue solamente después de un par de noches de leer de esta manera, que mi hija me dijo: ¿Podemos leer juntas? ¿Recuerdan que debemos decir en esta situación? ¡Ups!, ¿por qué no pensé en esto? ¡Buena idea! Y esto fue exactamente lo que le dije.
Fue entonces cuando mi hija comenzó a controlar el proceso por sí misma: ‘¡Conozco esa palabra y la leeré yo misma!’ ¡Ups!, ¿Por qué no pensé en eso? ¡Buena idea!
Las cosas comenzaron a suceder. Era un desarrollo irreversible. Mi hija llegó a amar la lectura y eso es lo que necesitamos que suceda.
Durante nuestras vidas, continuamente es necesario que seamos nuestros propios profesores de una manera formal e informal. Cuando le explicamos algo nuevo a alguien, es bueno recordar acerca de Enseñanza Suave.
En gimnasia este acercamiento es directo y sencillo. Es difícil que le compartas tu conocimiento a alguien más y tú sientas tensión en el área de tus alas de águila.
- ¡Respira profundo!
- Relaja los músculos de tu cuello y
cambia tu estado mental de un depredador
a un espectador imparcial.
- Asegúrate de tener algo en qué recargarte.
- Después de relajarte, acuérdate de ver la situación como un observador.
Debes de seguir cada paso en ese orden. Si no haces los tres primeros, ¡no puedes hacer el último!
Después de todo esto necesitas quedarte quieto y esperar hasta que la persona a quien le estas enseñando, comience a hacer preguntas. Si, cuando contestas, comienzas diciendo: ¡Ups!, ¿Por qué no pensé en eso?, significa, que estas guiando suavemente a la persona a donde necesitar ir, en lugar de lo que tú necesitas. Si este es el caso, tu enseñanza será verdaderamente suave y agradable.