Lourdes García Esperón
Reflexiones de una niña “sin oido y desafinada”.
Lourdes García Esperón
Mi nombre es Lourdes García Esperón. Tengo cuarenta y siete años. Soy artista independiente con formación en Artes Plásticas. Trabajo desde hace veinte años con niños y jóvenes, realizando para ellos talleres de lectura, narración, apreciación de la poesía, escritura creativa, expresión oral y teatro. Provengo de una familia donde el arte y la cultura siempre han sido lo más importante y se nos ha transmitido como lo estamos haciendo nosotros ahora con nuestros hijos.
México es un país con gran diversidad social. Yo pertenezco a la clase media para la cual siempre ha sido importante pagar escuelas privadas, donde se considera una mejor educación aquella que ofrece un sistema bilingüe (español-inglés). En la educación básica tanto de escuelas privadas como públicas (preescolar – primaria – secundaria – preparatoria) se incluye educación física y artística y cada escuela realiza sus programas libremente. Respecto al arte, en algunas escuelas se imparte danza, teatro y/o artes plásticas pero es más difícil encontrar música y cuando la ofrecen, para los pequeños es canto o flauta y para los adolescentes es guitarra.
Existen casas de cultura donde se ofrecen talleres que las escuelas no imparten. Sin embargo, la calidad de la enseñanza pocas veces tiene un buen nivel. Las clases sociales de media a alta, pagan a sus hijos clases particulares para asegurar la calidad.
La educación musical dentro de las escuelas para los niños incluye bailar, cantar, llevar el ritmo con las manos y/o los pies para más adelante enseñarles flauta.
Mi experiencia personal cuando era niña fue que a los seis años me catalogaron como alumna no apta para la música, pues no tenía buen oído y era desafinada. El profesor de música me apartó, al igual que muchos de mis compañeros, del selecto grupo de talentosos a los que les tocaría cantar el Himno Nacional, Las Mañanitas, así como un repertorio de música mexicana para los eventos importantes. Así crecí, creyendo firmemente lo que se me dijo en ese momento. Pero yo aprecio mucho la música, la disfruto, la siento; me conmueve y me interesa. Aprendí a bailar flamenco y por lo tanto a escuchar. Me di cuenta que con un buen maestro, un programa adecuado, con el deseo de hacerlo y la práctica, puedes desarrollar habilidades con las cuales no naciste.
Tengo una hija de dieciocho años y un hijo de cinco años. Con mi hija todavía no cobraba yo conciencia de lo importante que es la Educación Musical desde los primeros años y no hice nada al respecto. Es hasta ahora con mi hijo de cinco años que veo la necesidad imperante de que estudie música y que se “alfabetice”, independientemente de que en su vida adulta escoja la música como profesión.
¿Qué fue lo que encontré a disposición? Clases particulares de piano de media hora cada una, fuera del alcance de mi presupuesto. Clases de solfeo, guitarra o canto en Bellas Artes son solo a partir de los ocho años de edad.
¿Y qué buscaba yo? Introducción paso por paso al lenguaje de la música, solfeo y aprender a tocar un instrumento musical (de preferencia piano y qué mejor si se pudiera un teclado digital por el precio y el tamaño). Después de probar una lección de piano con un maestro particular que estaba saturado de trabajo y le hizo un espacio a mi hijo de media hora un sábado, me di cuenta que este no era el camino. Los niños aprenden mejor cuando tienen confianza, al socializar y cuando se les reconocen sus logros. En media hora a la semana esto no puede lograrse.
Llegué a la casa con el corazón encogido y entré a internet buscando clases de piano para niños a distancia y me encontré con SoftMozart. Primero vi varios videos de España en Youtube donde una maestra que tiene una academia y que trabaja con SoftMozart explica el programa. Busqué específicamente SoftMozart y entré a la página oficial y fui conociendo cada vez más de que se trata. Resultó ser exactamente lo que yo buscaba.
Un programa a distancia con profesores que están al pendiente de los alumnos, en un ambiente relajado donde el niño se siente cómodo y puede practicar bajo libre demanda, donde sí es necesaria la participación de algún familiar adulto. Dentro de la misma casa se crea el ambiente de constante aprendizaje, práctica, mejora y convivir en familia haciendo música y comprendiéndola.Todo esto para los tiempos en que vivimos es invaluable.
Después de recorrer la página web de SoftMozart comencé a leer el libro “Todos podemos ser músicos: Defensa de la Música” de Hellene Hiner, donde expone toda su experiencia desde el inicio de su aprendizaje musical hasta ahora que ha desarrollado SoftMozart para hacer posible que en cada hogar, con solamente un teclado digital, una computadora y acceso a internet, todos los miembros de la familia puedan acceder a clases de piano y a una educación musical. Y si esto lo trasladamos a un salón de clase, ¡cuántos alumnos pueden ir siguiendo los cursos e ir subiendo el nivel! El vínculo es muy importante entre los profesionales que ofrecen su tutoría y los alumnos, familias, academias, escuelas, etc. Nunca te sentirás sólo o desorientado pues la más mínima duda es atendida casi de inmediato y puedes subir y enviar tus videos para que te vayan corrigiendo y te marquen un camino para ir mejorando.
Una vez que comencé a leer el libro de la Profesora Hiner, no pude dejarlo a un lado; aquí además de sus experiencias para llegar a ofrecerle a toda la gente el programa SoftMozart, hace un estudio de cómo se ha venido enseñando la música a lo largo de la historia a la población en general y aunque habla de Rusia y Estados Unidos, se puede trasladar a otras partes del mundo, entre ellas México.
El libro es además ameno y esto se debe no solamente al humor que utiliza su autora sino también a las magníficas ilustraciones de Nikolai Krutikov. La traducción y edición al Inglés que es la cual yo leí, está a cargo de Valery Pinchuk. Disfruté mucho la lectura así cómo encontré revelador acerca de la aproximación que se le ha dado a la música y la nueva propuesta de SoftMozart en la que todos estamos incluidos, no solamente los talentosos o aquellos que pueden pagar costosas clases, sino niños, adultos, ancianos de cualquier nacionalidad; todo aquel que quiera aprender música lo puede hacer desde su casa.
Al terminar de leer el libro en la pantalla de la computadora, lo imprimí y lo engargolé para tenerlo como un libro de consulta; un manual que me acompaña y me guía en el aprendizaje de la música. Le pregunté directamente a la profesora Hiner si tenían la versión del libro en español y al decirme que aún no, pedí traducirlo a mi lengua materna. Es así como lo voy releyendo con detenimiento. Me considero honrada por traducirlo además de que veo la importancia que se conozca y encuentre su difusión en el mundo hispanoparlante para continuar con esta maravillosa experiencia de aprender música .